“El que está afuera ve todo”
Por Still Pérez Guzmán.
Esta frase, muy popular en los ambientes de juegos de mesa en la República Dominicana, la escuchaba con frecuencia en mi adolescencia cuando acudía a jugar “tablero” en las bancas de apuesta, donde, dicho sea de paso, nunca aposté.
Siempre entendí que los “mirones”, el que estaba afuera observando, decían las jugadas que ellos pensaban como correctas. Sin embargo, con mi entendimiento de jugador avezado me daba cuenta que casi siempre aquellos mirones estaban equivocados. El que realiza alguna actividad, física o intelectual, a modo de competencia o no, experimenta cuadros psicológicos imposibles de vivir para quien sólo observa.
En locución, ajedrez y política, pasa lo mismo, normalmente quien está afuera ve y entiende mucho menos que aquel que está inmerso en la práctica cotidiana de estas actividades.
El de afuera ve el hecho concreto, pero el de adentro percibe y vive el hecho psíquico, el acontecer abstracto. Las dudas, miedos, fatigas, decepciones, sentido del riesgo y sacrificio, son factores imposibles de percibir para quien sólo mira y opina.
En política he ganado amigos, consolidado relaciones y he visto diluirse otras.
En este campo, hay intereses que se afectan cuando se tienen aspiraciones a cargos electivos, sobre todo cuando se cuenta amplias posibilidades de salir ganancioso. A veces, no se concibe ni la más mínima idea de en qué medida ocurre.
Mientras se actúa en una cabina de Radio, hay emociones que sólo experimenta quién allí está, hay reglas y normas que sólo sigue quien tiene ese compromiso profesional con el micrófono, que son imposibles de experimentar para quien sólo observa y no participa.
Antes que tablero o juego de damas, me hice jugador de ajedrez profesional (en el sentido de que me consagré sacerdotalmente a éste). El deporte ciencia forjó en gran medida mi carácter, me enseñó a hacerme responsable de mis decisiones y me hizo más maduro. Por eso, acepto con humildad cuando me equivoco y asumo con responsabilidad las consecuencias que estos errores traen aparejadas.
La política, la locución y el ajedrez han contribuido enormemente a hacerme “hombre”, a conocer las pasiones humanas, las bajezas, las traiciones... Pero, más importante aún, me han enseñado que hay muchos seres humanos con extraordinaria grandeza, dotados con virtudes especiales y con gran sentido de lealtad y entrega.
Mi carácter está entrenado con mucho para seguir la lucha más allá de donde existan los límites humanos y apostar por el bien de esta sociedad. De ahí que (como lo hice en el ajedrez) haya decidido con valentía “hacer en política” y no ser un “mirón más”.
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