¿Está usted enfermo de “sed de oro”?
Por Dr. Pedro Domínguez Brito.-
La ambición es como un fuego y algunos no saben escapar a
tiempo. No me refiero al sano anhelo de aspirar a ser más, que eso es saludable
para el alma y contribuye a lograr una mejor sociedad, sino al de carecer de
parámetros éticos o morales para tener más.
La gente anda desesperada buscando sufrir indigestión por
consumo de papeletas, no importa la forma, a quién perjudique o que se hunda la
isla. Es una enfermedad que denomino “sed de oro”
La siguiente
historia marcó mi juventud. Yo tenía 16 años. Conseguí mi primer trabajo por un
mes, en Seguros San Rafael, abriendo y enviando cartas, colocando sellos y
llevando café a todos lados. Mi labor siempre la hice con esmero, tratando de
ser eficiente en mis sencillas y a la vez imprescindibles funciones.
Con
lo que me pagarían al final, que era ciento veinticinco pesos (RD$125.00),
podía adquirir varias camisas de cuadros y algunos libros. Entonces, cuando se
acercaba la fecha de recibir el cheque, algo me sucedió. Andaba inquieto, porque
pronto sería rico o al menos tendría una cantidad de dinero impensable para mí.
No
notaba mi conducta impropia, aunque mis compañeros de labor sí. Uno de ellos me
lo hizo saber, pero desconocía los motivos. A mi consejero, el padre Ramón
Dubert, le expliqué la situación. Entendió de inmediato y me dijo: “El dinero
Pedro, el complicado dinero cambia a la gente, la vuelve perturba, tenlo
presente para que no te suceda de nuevo”.
Luego
de ello volví a mis orígenes y terminé mi trabajo con honor, más triste por los
amigos que dejaba que contento por los miserables chelitos que recibiría, que
ni recuerdo en qué los gasté.
El
que obra inspirado por el dinero no tiene amor por lo que hace, vende su alma,
comete errores y no duerme en paz; en cambio, el que trabaja motivado por
serias convicciones sigue adelante, su ánimo está sosegado, se guía por los
principios, su espíritu sano y libre es su motor y el cumplimiento del deber es
su razón de ser.
La
“sed de oro” se ha extendido en muchos estamentos públicos y privados de la
nación. Es una de las principales causas de nuestro subdesarrollo. Dejemos de
intoxicarnos con la “sed de oro”. Cambiemos esa innoble dieta por las de “sed
de justicia”, “sed de honestidad” y “sed de servicio”.
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